Nos presentamos de nuevo...

 

En el pasado curso escolar me presenté en este blog con una carta que en lo substancial sigue estando vigente, por esa razón la mantengo todavía como presentación. En clase vosotros leísteis las vuestras lo que resultó muy interesante y enriquecedor, mostrando la gran diversidad de intereses que teníais. Muchos de aquellos alumnos de Bachillerato están ahora empezando sus estudios universitarios y espero que les vaya muy bien en esa etapa de la vida, otros os incorporáis al Bachillerato o a 4º de ESO. Para vosotros, que aun no me conocéis os repito la presentación que como comenté anteriormente ya publiqué el año pasado. 


Bienvenidos a este nuevo curso, un año marcado de nuevo por la pandemia del COVID, que ha modificado  de una manera significativa nuestro modo de vida y también lógicamente nuestra manera de enseñar y aprender. La pandemia ha vuelto a poner el acento en  la importancia de las personas, de la solidaridad, en la necesidad de parar un poco y reflexionar.

                Es cierto que todo eso ya lo sabíamos pero quizás no le dábamos la importancia que se merecía. Por eso en este curso vamos a dar más importancia a las personas, pero no en abstracto, sino que vamos a intentar valorarnos a nosotros mismos y a nuestros compañeros. Pero no podemos valorar aquello que no conocemos. ¿Qué os parece si nos presentamos?  Empezaré yo, y así os sirve de ejemplo.

                Me llamo Rosa, nací en Granada y pasé mi primera infancia en Pórtugos, un pueblo de la Alpujarra granadina donde jugaba en la nieve en invierno y con las hojas caídas de los robles en otoño. Me crie en la calle como casi todos los niños de mi generación y estudié primero en un aula de lo que entonces se llamaba preescolar, con un maestro que nos daba terror porque pegaba con un palo en la palma de la mano cuando fallábamos al leer “la cartilla”. Después entré en una escuela rural en la que estábamos fenomenal, aunque solo tenía dos aulas y hacía mucho frío.  Posteriormente nos fuimos a vivir a Loja, el pueblo de mis padres y del resto de la familia.

                En el Instituto fui una buena estudiante, y ya entonces tenía más o menos claro que quería dedicarme en el futuro a la enseñanza. Cuando alguna compañera tenía dificultades les explicaba  historia o matemáticas, me daba cuenta de que así, de algún modo, era útil y me permitía “caer bien”  a los demás, algo muy importante para un adolescente. En los últimos cursos descubrí la Filosofía, disciplina que me abrió a un mundo inmenso de cuestiones abiertas, de nuevas perspectivas, de libertad… Me dijeron que la Filosofía no servía para nada, que todos los filósofos están locos y que no encontraría trabajo, que era una pena que una alumna con buenas notas debía estudiar medicina o cualquier otra profesión “útil”,  sin embargo hice caso a uno de mis queridos profesores del instituto que me aconsejó que hiciera lo que yo quisiera. Así que al final  estudié Filosofía y Ciencias de la Educación en Granada, empecé a trabajar en el 1992  en Ciudad Real y aprobé las oposiciones al cuerpo de profesores de Enseñanza  Secundaria en 1993. De este modo los malos augurios no se cumplieron y al final conseguí lo que quería: resultó que mis horas interminables de estudio y algo de suerte, sí que me sirvieron. No ha sido fácil, ni siempre me ha ido bien, 28 años son muchos años dedicados a la profesión, pero estoy contenta con lo que hago. Actualmente vivo en Porcuna, estoy casada y tengo dos hijas.

                Me gustan los libros, el cine, el teatro, el blues, el rock , pop y  música clásica, viajar, la buena comida, hablar mucho y otras muchas cosas. Mis defectos: tengo un despiste importante,  hago poco deporte, aunque me estoy esforzando para hacer más, y tengo serias dificultades con las TICs, lo que me crea grandes problemas en mi trabajo, por cierto.  Valoro a las buenas personas y detesto a aquellos que disfrutan haciendo daño a los demás.

                ¿Y qué espero en cada nuevo curso? Aspiro a ser para vosotros una facilitadora de vuestro aprendizaje y no un impedimento: desearía ayudaros a pensar por vosotros mismos, a que no os quedéis siempre con la respuesta más simple y a mostraros lo que otros han pensado para que vuestra perspectiva vital sea más amplia. Quisiera también fomentar un buen ambiente en clase que nos permita a todos, incluida a mí por supuesto, aprender.  

    Me encantaría  que mis clases fueran como las que Epicuro daba en su jardín, en las que no se discriminaba a nadie por su sexo, posición social u origen y en las que se veneraba a amistad y la alegría. Efectivamente, esta es una de las razones del nombre de este Blog.

 

 

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