Es hora de detenerse...
Por Paula Díaz Oliván, alumna de Bachillerato
¿Te has parado a pensar en la
cantidad de sueños que tiene el ser humano? Metas, objetivos, planes, deseos…
Este conjunto llega a definir nuestra vida y por ello nuestro día día, y en
ocasiones nos acaba enganchando tanto que puede llegar a cegarnos, hasta tal
punto de vivir en un presente que olvidamos solo por intentar que lo que nos
depare el futuro sea tal y como lo deseamos. Abres los ojos en un día normal y
solo piensas en ti, en cumplir todo cuanto te has planeado ese día y en hacerlo
lo antes posible, sin darte cuenta de lo egoísta que eso te hace ser. En caso
de conseguirlo, solo te queda planear otro día más y seguirlo de nuevo tal y
como crees que es perfecto; en caso contrario, si algo fracasa, entonces llegas
a la decepción y al punto en el que no ves más allá del propósito que no
cumpliste o de la actividad que no salió de la forma en que esperabas. Así
funciona nuestra vida día tras día, semana tras semana, mes tras mes e incluso
año tras año. Quién nos iba a decir a
todos que la rutina que teníamos marcada para nuestra vida iba a transformarse
en andar de una estancia a otra de la
casa durante semanas, o que nuestro principal objetivo ahora sería poder abrir
la puerta de casa con total libertad. ¿Dónde ha quedado ahora la salida del
sábado, la merienda con las amigas, el examen de historia semejante a la biblia
o la visita semanal a mis abuelos?
Todo está en el aire, todo
está detenido, y se supone que solo
debemos preocuparnos por hacer las cosas correctamente, así que nos toca cerrar
la puerta de casa y adaptar nuestra vida todo este tiempo a las mismas
personas, los mismos hábitos y el mismo lugar. En mi caso y me gustaría hablar
por todos, he decidido utilizar este periodo para reflexionar e intentar conocerme
a mí misma un poco más, considero que la vida en sociedad puede abrumar nuestra
mente y, al formar parte de tantos grupos sociales; trabajo, estudio,
amistades, fiestas, familia… podemos desconocer quién somos realmente, qué es
lo que nos motiva y lo que nos ayuda a
seguir adelante.
Sin lugar a dudas, a esta situación no es fácil adaptarse y por
ello seremos víctimas de muchos bajones en los que buscaremos encerrarnos en
nosotros mismos y obtener nuestro espacio, un espacio sin presiones, un espacio
sin tener que actuar, un espacio que verdaderamente nos enriquezca y nos haga
sentir libres ya que muchas veces no necesitamos nada más que serlo, como
consecuencia, puedo afirmar que este tiempo que carece de fecha de caducidad
establecida, me está obligando a ser más paciente y empática, he conocido muchas
de las cosas que necesito ahora que no las tengo, como por ejemplo, un abrazo
de mis amigas; también he reconocido muchas de mis actitudes como algo que no
me beneficia y por ello debo controlar, pero sobre todo, he aprendido a valorar
mi día a día.
En
lugar de lamentarnos mirando
todo el día el televisor, el móvil, o cualquier dispositivo en el que se repita
cada diez segundos la dichosa pandemia; deberíamos apreciar un buen libro,
dejarnos llevar con una melodía, jugar a un interminable juego de mesa, reír
con una comedia absurda, conversar o
simplemente aprovechar un rayo de sol en silencio…
Porque a pesar de todo ¿quién
no ha necesitado alguna vez un tiempo de parada en su vida?
Comentarios
Publicar un comentario